El agua y la humedad son los principales causantes de la mayoría de los daños estructurales en los edificios: el agua puede causar eflorescencias y daños salinos, provoca la aparición de microorganismos como hongos, moho, liquen, etc. y reduce el poder aislante de la fachada. Pero mientras que los daños pueden ser muy diferentes, el remedio es muy simple: una protección preventiva contra la humedad mediante una impregnación hidrofugante.
Además, la humedad impide el aislamiento térmico de las fachadas: tan solo un 4 % de humedad provoca ya una reducción de la capacidad aislante del 50 %. Una impregnación hidrofugante reduce la absorción de agua de la pared a menos de un 80 % y asegura un aislamiento térmico elevado y constante. Al mismo tiempo, la permeabilidad al vapor de agua permanece inalterada: de esta forma, la humedad puede difundirse a través de la pared, lo que favorece un ambiente saludable en el interior.
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